Este foro está abierto a todos los miembros de la ACH que quieran hacer comentarios, sugerencias y preguntas acerca de la votación que se llevará a cabo el 26 de septiembre para decidir la permanencia de la ACH en la Federación de Humanidades y Ciencias Sociales. Les pedimos que mantengan un tono cortés y respetuoso en sus intervenciones.
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En mi condición de profesor jubilado, he vacilado antes de intervenir en el debate sobre la proposición de salir de la Federación de las Ciencias Sociales y las Humanidades. Si me decido ahora a emitir una opinión es porque durante un cuarto de siglo el congreso anual de la ACH fue un aspecto importante de mi vida profesional como hispanista. El hispanismo canadiense tiene un sabor particular. Las olas de migración hispanoamericana a este país de los años 70, 80 y 90 aportaron grandes dosis de energía al mustio hispanismo eurocéntrico de antaño que estaba prácticamente desconectado de la vida canadiense; al mismo tiempo aquellas olas de intelectuales, escritores y profesores inyectaron nuevas energías y perspectivas en la vida literaria y cultural de este país. Me siento endeudado para con toda la gente que vino a estas latitudes para enriquecer la vida de mi país natal. Y, siendo todavía miembro de la ACH, me siento en el deber de opinar.
El hispanismo de las últimas décadas, por retomar una frase de Stephen, ha entrado en la conversacion nacional de este país compuesto de inmigrantes oriundos de todos lados. Al nivel estructural y burocrático, esa participación ha sido posible gracias en parte a que la ACH es miembro integrante de la Federación. Al celebrar el congreso anual junto con las demás asociaciones eruditas, hemos sostenido un diálogo fructífero con nuestros colegas de otras disciplinas. Pienso, por ejemplo, en una plenaria que pronunció la traductóloga montrealesa, Sherry Simon, y que suscitó una acalorada respuesta del gran hispanista David William Foster, ya fallecido pero en aquel entonces radicado en Arizona, en un intercambio acerca de los grandes problemas fronterizos que aquejan a las Américas (creo que fue en nuestro congreso del 2006 en la York University). En ésa como en muchas otras ocasiones, el Congreso canadiense de las ciencias humanas sirvió de foro para una conversación que ponía en contacto una perspectiva inerrablemente canadiense con otras perspectivas continentales; diálogo que de otro modo no se hubiera producido. Tampoco hubiera sido igual el tenor de aquel intercambio de haberse sucedido fuera del Canadá. Sería una lástima clausurar la posibilidad de tales encuentros que colocan a nuestra Asocación en un lugar concreto del mundo.
El hispanismo no es una idea platónica; siempre se da en un contexto contingente y se nutre del mismo. Como dice Bourdieu, las ideas (y los bienes culturales) viajan pero los contextos no. Las ideas y los productos culturales que circulan en el transnacional mundo hispano, al llegar a este país, chocan y se mezclan y se transculturalizan con otras ideas, otros sentires, con el legado de otras vivencias históricas que son específicas de acá. El calificativo del sintagma “hispanismo canadiense” es más que un accidente insignificativo; podarle lo canadiense sería como quitarle su modo de estar en el mundo; trasladar un congreso de la Asociación Canadiense de Hispanistas a otro lugar vaciaría de sentido al calificativo. Un congreso hispanista “canadiense” celebrado en Barranquilla o Barcelona o Buenos Aires resultaría un absurdo.
Me da mala espina la perspectiva de desolidarizarnosde nuestros colegas humanistas de la Federación. No estoy facultado para opinar sobre la validez del argumento económico a favor de salir de la Federación – aunque me impresiona la cautela de Sonia, quien sería quizás la presidenta más eficacz y financieramente hábil que tuviera nunca la ACH –; es cierto, cuesta caro mantener una burocracia, una estructura institucional sustentadora. Pero el hispanismo sigue en situación precaria en el Canadá, como lo muestra la desaparación de los Estudios Hispánicos en mi ex-institución desgraciada, la Laurentian University, donde nuestra disciplina fue borrada junto con Filosofía, Études françaises, Estudios Religiosos, Estudios de Género, Environmental Studies y otros muchos programas. Las humanidades están en el punto de mira de las armas del neoliberalismo en su alianza non sancta con el populismo de derechas. En mi opinión, nos conviene permanecer institucionalmente conectados y en solidaridad con las demás disciplinas humanísticas y las ciencias sociales.
No lo creo. El problema económico continuaría porque son muchas las universidades, tanto en Europa cómo en Latinoamérica, que no proporcionan ayuda económica a sus investigadores para asistir a congresos.
Sonia Thon
Creo que el congreso ganaría en participación internacional, si los colegas no tuvieran que pagar para presentar sus trabajos: cuota a la Federación, cuota a la ACH e inscripción en el congreso. Es uno de los congresos más caros que conozco. Estoy a favor de la separación, no para cerrarnos, sino todo lo contrario: para abrir, dinamizar e internacionalizar nuestro congreso.
Yo creo que separarnos de nuestros colegas de otras disciplinas sería un error grave para los Hispanistas. Por eso, rechazo la propuesta.
Hay otras organizaciones que facilitan nuestra participación como investigadores en congresos internacionales; el Congreso anual de la Federación es nuestra oportunidad para lucir en nuestro propio país, para convivir con nuestros colegas de otras disciplinas (siempre es un placer verlos durante el Congreso y, en esta época de proyectos interdisciuplinarios, puede también ser importante para nuestras carreras), para renovar contacto con una ciudad canadiense a la que tal vez no hubiéramos viajado de otra forma, para ponernos en contacto con debates nacionales. Rechazar todo eso para refugiarse en un separatismo "étnico" ejemplifica las peores tendencias de la actualidad política y cultura.
Hay algo muy triste en este movimiento. Parece ser una tentativa de volver a las raíces (imaginadas o imaginarias) por parte de inmigrantes que nunca se han integrado. Va a dañar a los jóvenes también, desgraciadamente, que tendrán una concepción más estrecha de su papel como hispanistas dentro de Canadá. Nunca, en el jamás de los jamases, vamos a persuadir a gente de influencia en el mundo intelectual y académico --la gente que decidirá si nuestros programas sobreviven o si son cortados y abolidos-- de la relevancia de la cultura de lengua española a la sociedad canadiense si no participamos en el Congreso. Vamos a desaparecer del panorama nacional y será dificilísimo conseguir apoyo para nuestros programas--la mayoría de los cuales son pequeños y vulnerables, con una generación influyente de profes que se acerca a la jubilación. Aún en las mejores condiciones será una lucha reemplazarlos; si no participamos en el Congreso, será imposible.
No hablo aquí, por supuesto, de mecanismos directos capaces de proteger nuestros programas porque no existen; estoy pensando más bien en "capital cultural" en el sentido de Bourdieu. En mis propias luchas para conservar nuestro BA en Guelph, he encontrado que uno tiene mucho más suerte frente a un/a administrador/a que ha leído una novela hispanoamericana o que conoce a un/a colega hispanista de otra universidad (tal vez por haberlo/la conocido en el Congreso) que con gente que piensa que el español tiene tan pocos hablantes como el italiano o que México sólo tiene playas y no cultura. Promover una visión amplia de nuestra disciplina en un país donde la población de habla hispana no es tan grande como en EEUU me parece importante para nuestro porvenir. Asistir al Congreso es una manera de entrar en una conversación nacional. Personalmente, yo quiero seguir contribuyendo a la vida intelectual de mi país. Si ustedes prefieren huir la realidad circundante para perseguir una fantasía de pertenencia ancestral me parece un error fundamental y una decisión políticamente reprensible.
Stephen Henighan
Professor and Head Spanish and Hispanic Studies
School of Languages and Literatures
University of Guelph
Guelph, Ontario, Canada N1G 2W1
Estoy de acuerdo. Creo que tendríamos más flexibilidad y que ahorramos mucho dinero--incluso para nuestros colegas de otras partes de mundo porque las cuotas de la Federación son excesivas y no veo cómo nos podemos aprovechar de la Federación. Si hubiéramos pedido las mismas cuotas pero hecho la conferencia fuera de la Federación, tendríamos mejor comida, mejores vistas, mejores experiencias culturales y todo esto en lugares más apropriados para nuestra asociación.