Estimados colegas, agrego aquí algunas observaciones en torno a la próxima votación donde decidiremos la pertenencia o no de la ACH a la Federación de Humanidades y Ciencias Sociales. Debo expresar mi ambivalencia: como presidente de nuestra Asociación, acato los mandatos de la Junta Directiva para promover esta votación, y acataré el resultado de la misma, sea cual sea. A la vez, a título personal, no estoy del todo convencido que dejar de ser miembros de la Federación sea conveniente. Una razón para dejar de serlo es que las cuotas que pagamos anualmente no nos aportan, o no parecen aportar, mayor beneficio, sobre todo si no participamos en el Congreso organizado por la Federación (no podemos participar en el mismo si la ACH no es miembro; tenemos la opción de no participar y seguir siendo miembros). Otra razón económica para desafiliarnos es la del alto costo de la cuota que cada miembro paga por participar en el Congreso de la Federación, además de la cuota que cobra la ACH (esto, hay que decirlo, es el caso con otras grandes asociaciones profesionales como el MLA y LASA: estos eventos en masa no son baratos). La cuota que cobra la Federación a la ACH por la membresía se calcula en función del número de miembros de la ACH. Si tienen dudas sobre los gastos asociados a nuestros congresos, pueden consultar los informes de la Tesorería en el sitio web de la ACH, bajo la categoría de "Documentos de la Junta Directiva", en "Recursos" (https://www.hispanistas.ca/recursos).
Lo que hemos pagado a la Federación por conceptos de cuota es, por año:
- 2019-2020: $1,762.82 ($150 mantenimiento de la página de pagos+ $1612.82 membresía).
- 2020-2021: $1,155.96 ($150 mantenimiento + $1005.96 membresía)
- 2021-2022: $1821.00 ($150 Mantenimiento + $1671 membresía).
Gracias a Pamela Bastante, nuestra previa tesorera, por aportar estos datos.
No son particularmente bajas estas cuotas, pero tampoco excesivas, y estamos en situación de pagarlas. Seguir perteneciendo a la Federación nos da flexibilidad para planear congresos a futuro, sea con la Federación o no. También nos vincula, aunque sea de modo implícito, con otras asociaciones académicas canadienses.
Gracias por el comentario, Norman. Aporta una perspectiva útil al debate.
En mi condición de profesor jubilado, he vacilado antes de intervenir en el debate sobre la proposición de salir de la Federación de las Ciencias Sociales y las Humanidades. Si me decido ahora a emitir una opinión es porque durante un cuarto de siglo el congreso anual de la ACH fue un aspecto importante de mi vida profesional como hispanista. El hispanismo canadiense tiene un sabor particular. Las olas de migración hispanoamericana a este país de los años 70, 80 y 90 aportaron grandes dosis de energía al mustio hispanismo eurocéntrico de antaño que estaba prácticamente desconectado de la vida canadiense; al mismo tiempo aquellas olas de intelectuales, escritores y profesores inyectaron nuevas energías y perspectivas en la vida literaria y cultural de este país. Me siento endeudado para con toda la gente que vino a estas latitudes para enriquecer la vida de mi país natal. Y, siendo todavía miembro de la ACH, me siento en el deber de opinar.
El hispanismo de las últimas décadas, por retomar una frase de Stephen, ha entrado en la conversacion nacional de este país compuesto de inmigrantes oriundos de todos lados. Al nivel estructural y burocrático, esa participación ha sido posible gracias en parte a que la ACH es miembro integrante de la Federación. Al celebrar el congreso anual junto con las demás asociaciones eruditas, hemos sostenido un diálogo fructífero con nuestros colegas de otras disciplinas. Pienso, por ejemplo, en una plenaria que pronunció la traductóloga montrealesa, Sherry Simon, y que suscitó una acalorada respuesta del gran hispanista David William Foster, ya fallecido pero en aquel entonces radicado en Arizona, en un intercambio acerca de los grandes problemas fronterizos que aquejan a las Américas (creo que fue en nuestro congreso del 2006 en la York University). En ésa como en muchas otras ocasiones, el Congreso canadiense de las ciencias humanas sirvió de foro para una conversación que ponía en contacto una perspectiva inerrablemente canadiense con otras perspectivas continentales; diálogo que de otro modo no se hubiera producido. Tampoco hubiera sido igual el tenor de aquel intercambio de haberse sucedido fuera del Canadá. Sería una lástima clausurar la posibilidad de tales encuentros que colocan a nuestra Asocación en un lugar concreto del mundo.
El hispanismo no es una idea platónica; siempre se da en un contexto contingente y se nutre del mismo. Como dice Bourdieu, las ideas (y los bienes culturales) viajan pero los contextos no. Las ideas y los productos culturales que circulan en el transnacional mundo hispano, al llegar a este país, chocan y se mezclan y se transculturalizan con otras ideas, otros sentires, con el legado de otras vivencias históricas que son específicas de acá. El calificativo del sintagma “hispanismo canadiense” es más que un accidente insignificativo; podarle lo canadiense sería como quitarle su modo de estar en el mundo; trasladar un congreso de la Asociación Canadiense de Hispanistas a otro lugar vaciaría de sentido al calificativo. Un congreso hispanista “canadiense” celebrado en Barranquilla o Barcelona o Buenos Aires resultaría un absurdo.
Me da mala espina la perspectiva de desolidarizarnosde nuestros colegas humanistas de la Federación. No estoy facultado para opinar sobre la validez del argumento económico a favor de salir de la Federación – aunque me impresiona la cautela de Sonia, quien sería quizás la presidenta más eficacz y financieramente hábil que tuviera nunca la ACH –; es cierto, cuesta caro mantener una burocracia, una estructura institucional sustentadora. Pero el hispanismo sigue en situación precaria en el Canadá, como lo muestra la desaparación de los Estudios Hispánicos en mi ex-institución desgraciada, la Laurentian University, donde nuestra disciplina fue borrada junto con Filosofía, Études françaises, Estudios Religiosos, Estudios de Género, Environmental Studies y otros muchos programas. Las humanidades están en el punto de mira de las armas del neoliberalismo en su alianza non sancta con el populismo de derechas. En mi opinión, nos conviene permanecer institucionalmente conectados y en solidaridad con las demás disciplinas humanísticas y las ciencias sociales.